los grupos y asociaciones juveniles como un espacio de educación ciudadana.
“Con todas las limitaciones, pensamos que esta forma de asociacionismo juvenil se muestra como una alternativa de educación ciudadana a través de la cual los jóvenes aprenden a identificar problemas y discriminaciones sociales, a elaborar una opinión critica, a ellos y lo mas importante, a hacer valer su voz frente a las instituciones con que se relacionan, buscando sus propios lenguajes y sus propios discursos.”
CLAUDIA DUEÑAS SANTANDER
1998
Las necesidades juveniles.
“los jóvenes necesitan la presencia de luz en sus vidas pero aun por sobre todo, necesitan el amor de sus seres cercanos y entonces el amor de su entorno. hacerlos participes, importantes. Que sientan una identidad completa con su entorno. Que se sientan parte del todo en la vida actual.”
“los jóvenes necesitan la presencia de luz en sus vidas pero aun por sobre todo, necesitan el amor de sus seres cercanos y entonces el amor de su entorno. hacerlos participes, importantes. Que sientan una identidad completa con su entorno. Que se sientan parte del todo en la vida actual.”
JUAN PABLO II
UN VIGIA DE LOS TIEMPOS; ABRIL 2005
Ediciones Universidad Católica De Chile
UN VIGIA DE LOS TIEMPOS; ABRIL 2005
Ediciones Universidad Católica De Chile
espacios juveniles en las grandes ciudades.
“Mucha literatura se ha escrito sobre la juventud: sus hábitos, sus gustos, sus costumbres y sus preocupaciones a la luz de los tiempos que corren. Obviamente, la juventud de hoy en día no es la misma que la de los años sesenta o setenta. Tampoco es la de los años ochenta. Es simplemente la de los años noventa y eso tiene cosas aparentemente buenas y aparentemente malas.
Lo que resulta inevitable es desconocer que tanto los jóvenes como los adultos y las mujeres como los hombres, vivimos en una era donde (entre otras cosas) la globalización cultural, de la mano de los medios masivos de comunicación y las innovaciones tecnológicas, nos brinda un abanico de realidades tan diferentes como conocidas, tan lejanas como asumidas. Hoy en día, por ejemplo, los jóvenes de nuestro continente visten las camisetas de los equipos de fútbol de Italia, Alemania o Brasil, usan los gorritos de la NBA y saben uno por uno los nombres de los integrantes de los Chicago Bulls. Asistimos, grandes y chicos, a las elecciones en Estados Unidos sabiendo cuantos puntos de ventaja había entre los candidatos y poco a poco nos vamos acostumbrando a la necesidad de instalar el cable en la TV, y cada vez en más ámbitos, a usar los servicios de Internet.”
ALVARO ANDRES PACIELLO
MONTEVIDEO (URUGUAY) DICIEMBRE DE 1998
Carencia de carismas.
“No es la rapidez de la sociedad la que impide generar una imagen en los jóvenes de la actualidad. Tampoco la falta de actividades para reunirlos y hacerlos participes de nuestras vivencias… no… lo que realmente falta es que nosotros pensemos en su presencia en medio nuestro… en cada una de las actividades… en cada una de las responsabilidades delegadas… en cada uno de los espacios.
Darles a los jóvenes una responsabilidad, una razón para sentirse útiles. Y ellos descubrirán por si solos la capacidad infinita de lo que son capaces… toda esa creatividad, toda esa alegría y fuerzas que están perdiéndose en muchos jóvenes. Y que los llevan a la droga, a las calles, a las pandillas… y peor aun, a prostituir sus ideales y principios debido a que no se sienten identificados con nada ni nadie que los haga valorarse a si mismos.
Y esa responsabilidad recae en cada uno de nosotros… no tan solo en los padres que no pudieron estar ahí en el momento indicado o formaron a través de golpes a muchos jóvenes que viven una realidad distorsionadas. No recae tan solo en los educadores, muchos de los cuales solo se dedican a entregar de acuerdo a lo que reciben. No señores, esta responsabilidad recae en todos y cada uno de nosotros, pues la forma real de darle gracias a Dios por como fuimos formados, es formándolos a ellos”.
JORGE OSORIO
SACERDOTE SALESIANO Y PARROCO PARROQUIA SAGRADA FAMILIA.
Mascaras carentes
“Los jóvenes en la actualidad todo lo critican, todo lo cuestionan, aun sin comprenderlo del todo. Aun sin comprender nada de lo que los rodea.
Los jóvenes actuales piden a gritos nuestra atención, sobre todo en el aspecto emocional. Y que hacemos nosotros… les regalamos una mascara de orgullo, soberbia y avaricia con nuestros cuidados materiales.
CESAR CORTES G.
Coordinador comunidad E.J.E. Salesianos de Macul.
Ciertamente, la etapa de desarrollo adolescente y su hermoso traspaso a la juventud, es una de las eventualidades más increíbles y maravillosas de la vida. Es el tiempo donde todo se puede, donde todo se logra con un simple abrir y cerrar de ojos. Es un tiempo y lugar donde nada nos daña y donde, por aquello, tratamos de probar la mayor cantidad de vivencias, aun a sabiendas de que son cosas que no han de hacerse. Es en este mundo, donde la euforia y energías del joven, se desenvuelven como la más turbulenta de las tormentas. Controlable tan solo, por pocos. Aquellos que saben llegar realmente a sus corazones sedientos de identidad. Sedientos de saber el por que de su presencia en este mundo, en este lugar y haciendo lo que hacen.
Sin embargo, cada una de estas actitudes son mascaras que utiliza aquel espíritu orgulloso y desafiante del ser jóvenes. Mascaras que en la actualidad, esconden a un joven confuso y desorientado, que busca saber cual es su misión.
Y es aquí donde comienza el trabajo de esta comunidad, en donde invitamos a estos jóvenes a vivir una experiencia como ninguna otra. Una experiencia absolutamente distinta a lo que viven en el día a día. Una vivencia que les permite contemplarse al observarse en las vivencias del otro.
¿Y como es esto posible?
En esta comunidad, damos al joven la oportunidad de dedicarse un tiempo y un espacio para sí, pero no un tiempo como cualquier otro, de esos para ganarse frente al monitor del computador o la televisión. O de esos para jugar con sus amigos. No, este tiempo que le damos es únicamente para su auto contemplación. Un tiempo que la rápida y competitiva sociedad no les permite.
Es en este retiro espiritual, donde junto a la presencia de cristo y un asesor espiritual en todo momento del día, se invita a los jóvenes a realizar actividades, juegos, dinámicas y un sin fin de cosas de las que gustan realizar, esto para generar un ambiente familiar en cada uno de ellos.
Para luego pasar al punto fuerte del fin de semana, lugar donde se tratan ciertas tipologias de temas relacionados con sus vivencias juveniles. Es en este punto donde el joven, al compararse con la vivencia de los demás, descubre la infinidad de virtudes, talentos y por sobre todo valores que posee y que muy pocas veces es capaz de descubrir.
Sin embargo, el trabajo del ejista, el fin de semana EJE, comienza realmente después de haber vivido el fin de semana, pues nosotros como comunidad damos las herramientas necesarias al joven para poder enfrentar sus problemas, pero son ellos (en conjunto con nuestra compañía, seguimiento y apoyo) los que deben tomar la decisión de usarlas para su pleno desarrollo como personas.
En fin, el E.J.E. no es un momento, pero requiere de su tiempo para comprenderlo… no es un lugar, pero, aun así necesita de un espacio para desarrollarse… y no es una vivencia pasajera, pues es una forma de vida después de haber pasado por él.”
COMUNIDAD EJE SALESIANOS DE MACUL.
21 DE MAYO 2007
En México, 50% de los jóvenes no asiste a la escuela.
“En México, poco mas del 50% de los jóvenes entre 12 y 29 años no estudia, mientras el 22%, cuyas edades van de los 20 a 29 años, no asiste a la escuela ni tiene empleo, y la mayor parte de este sector esta conformado por mujeres.
De acuerdo con datos preliminares de la encuesta nacional de juventud 2005, a partir de los 15 años se incrementa de forma significativa la deserción escolar, pues la mayoría de los jóvenes reporta que su nivel de estudios es secundaria incompleta.
Al analizar la edad de los hombres mujeres que abandonan sus estudios, se detecto que el 31,7% de los varones entre 15 a 17 años dejaron las aulas, porcentaje que se eleva a 42,2 % en el sector femenil, mientras al superar la barrera de los 20 años desciende a 9,1% y en los hombres llega a 17,8%.
No obstante, el nivel básico (primario y secundario) en mayor medida por las mujeres. Sin embargo, los siguientes niveles (medio superior y superior) tienen mayor presencia de hombres con preparatoria y licenciatura completa.”
REVISTA JORNADA
8 DE ABRIL DE 2007
Espacios juveniles.
“Los urbanistas, pero sobre todo los políticos que administran el suelo, no han resuelto satisfactoriamente los espacios de expansión que la juventud requiere para desarrollarse propia convivencia. Un fenómeno urbano generado en la ultimas décadas de los años 2000 en la zona mediterránea es la predilección de la juventud por salir y encontrarse en la noche; confluyendo al tiempo en otra situación propia del adolescente que es la de su limitación de recursos económicos para alternar en discotecas y salas de reunión. La consecuencia es que los jóvenes se reúnen en plazas y calles publicas, con la constante perturbación de la tranquilidad de quien a esas horas debería conciliar el sueño reparador.”
JORGE BOTELLA; PAPELES PARA EL PROGRESO. NUMERO 6
ENERO - FEBRERO 2003
EL ESPACIO SOCIAL.
“Actualmente, existe un amplio consenso en considerar que el espacio geográfico, o si se quiere, el espacio objeto de la geografía, es un espacio social. Es un producto de la acción humana, de aquí que no sea un objeto dado ni preexistente a la misma, sino que se produce socialmente y, como tal, también históricamente. Este consenso implica un cambio muy importante respecto de las posturas tradicionales en geografía, en la medida en que deja de suponer que a través de su estudio se dará cuenta de la realidad en sí (lo cual se asocia, además, con el recurso al arsenal metodológico de las ciencias naturales), para aceptar en cambio que el espacio es un objeto a ser indagado en el marco de los procesos sociales que lo involucran, como parte de los mismos, y que esto debe realizarse con las mismas herramientas metodológicas.
“El espacio como producto social es un objeto complejo y polifacético: es lo que materialmente la sociedad crea y recrea, con una entidad física definida; es una representación social y es un proyecto, en el que operan individuos, grupos sociales, instituciones, relaciones sociales, con sus propias representaciones y proyectos. El espacio se nos ofrece, además, a través de un discurso socialmente construido, que mediatiza al tiempo que vehicula nuestra representación y nuestras prácticas sociales. Es un producto social porque sólo existe a través de la existencia y reproducción de la sociedad. Este espacio tiene una doble dimensión: es a la vez material y representación mental, objeto físico y objeto mental. Es lo que se denomina espacio geográfico.”
La definición precedente es interesante por la riqueza de contenidos y porque permite presentar, de modo resumido, resultados y aportes de diversos autores. Soja (1985), por ejemplo, utiliza el término especialidad para referirse al espacio social, también resultado de la acción social y, al mismo tiempo, instancia o parte constitutiva de la misma. Esto último representa un avance conceptual significativo en la medida en que deja de lado la posibilidad de que el espacio sea un simple reflejo de lo social; así como la acción social transcurre en el tiempo (y estamos acostumbrados a pensar en procesos) también se despliega en el espacio, y las características que este posee inciden o participan en lo social, forman parte de lo social.
El espacio es material, y como tal tiene un conjunto de características que, en sí mismas, no dependen de lo social. En primer término, sus atributos naturales, cuya existencia y dinámica no responden a la sociedad, pero que se transforman en sociales en la medida en que la sociedad los incorpora a su dinámica. En segundo término, la carga de constructos y transformaciones relictos del pasado, lo que Milton Santos (1986) denomina rugosidades, y que suele considerarse como tiempo pasado materializado en el espacio; ellos pueden ser pensados como una “segunda naturaleza” que, en tanto materializados en el espacio, y al igual que la primera, podrán intervenir en los procesos sociales en la medida en que la sociedad los reincorpora según sus intenciones o necesidades. En tercer término, la cualidad de extenso que posee el espacio material hace intervenir la distancia, que sumada a la cualidad de desigual distribución y presencia de atributos en dicha extensión, imponen a las prácticas sociales una mediación necesaria para acceder a aquellos atributos necesarios allí donde estén y contar con ellos allí donde se los requiera. Así, podemos ver que, como espacio material (con sus atributos) exclusivamente, el espacio no depende de lo social, sino que se transforma en social cuando lo consideramos a la luz de sus relaciones con la sociedad, y como tal lo abordamos para comprenderlo.
El espacio también es mental, en la medida en que los individuos lo perciben, imaginan y valoran de modos diversos, y estas percepciones y valoraciones subjetivas también condicionan la relación con el espacio, al igual que lo hace, por ejemplo, la presencia de ciertos atributos naturales. Hemos visto ya los aportes realizados desde perspectivas humanísticas en este sentido, los cuales son retomados aquí enriqueciéndose en su articulación con la dimensión material del espacio. Y al mismo tiempo, el espacio también sustenta un conjunto de discursos y representaciones sociales que incidirán tanto en las formas (materiales o simbólicas) de articularse con el espacio, como en los resultados que estas formas específicas de articulación provoquen en los procesos sociales.
Conviene aclarar que cada uno de estos espacios (material, mental o perceptivo, representacional) podría ser considerado en sí mismo, individualmente, y podría dar lugar a conocimientos válidos y útiles a partir de teorías y métodos que sean adecuados. Por ejemplo, el espacio material podría ser objeto de las ciencias naturales (o materia de arquitectos e ingenieros), el mental de la psicología, el representacional de la literatura. Pero todos reunidos y en interacción con lo social constituyen el espacio social o geográfico (o espacialidad), de interés para las ciencias sociales en general y la geografía en particular. Y es de interés para estas porque el espacio social interviene, con sus cualidades, en lo social, dándole especificidad. Si no lo tuviésemos en cuenta, nuestra comprensión de lo social sería parcial o insuficiente.”
ORTEGA VARCARCEL
2004; 33-34 (destacado propio de la pagina).
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